Durante los últimos cuatro años hemos vivido una de las etapas más convulsas para el comercio y la logística internacional por diversos de factores: las consecuencias de la pandemia de la COVID-19, con particular incidencia en China (donde de nuevo se ha producido el cierre de puertos como el de Shanghai, el más activo del mundo); el incidente del Ever Given en Suez; los grandes desastres naturales de 2021 o el endurecimiento de las normas medioambientales en diversos países; y, por último, el actual conflicto armado en Ucrania por la invasión de Rusia. Todas estas cuestiones han generado continuas complicaciones que han incidido de forma muy negativa en las operaciones comerciales a escala global.
Este escenario se ha traducido en una preocupación constante en todos los eslabones de la cadena logística internacional por la espectacular subida de los precios de flete por parte de las navieras. El incremento de los precios ha permitido a las compañías de transporte marítimo cerrar uno de los mejores ejercicios de su historia en cuanto a beneficios. En este marco, ¿qué va a ocurrir con el precio de los fletes en el futuro inmediato?
Aunque en las últimas semanas se ha registrado un “moderado descenso” en los precios, según el World Container Index (indicador y referente mundial publicado por Drewry), la evolución de las tarifas es todavía una incógnita. Los expertos se ciñen a indicadores como una eventual estabilización de la demanda en 2022 y la puesta en servicio de una capacidad adicional de 350.000 TEUs (Twenty-foot Equivalent Unit, unidad de medida de carga de un contenedor) que permitirán una progresiva normalización del precio de los fletes. También es reseñable la disminución en fiabilidad de los schedules en puerto. El cumplimiento de la programación de descarga ha caído notablemente en los últimos 24 meses, según datos de Sea-Intelligence.
Estos datos nos hacen prever que: los fletes no volverán a los niveles prepandemia, lo que supone un cambio en el status quo de la cadena logística; los agentes reguladores, como Administraciones nacionales y organismos específicos, se están preparando para tomar la iniciativa frente posibles prácticas anticompetitivas por parte de las grandes navieras; y, por último, el papel de los agentes Transitarios será más relevante para una buena gestión del comercio internacional y debe centrarse en la atención personalizada al cliente, sobre todo, transformarse en “administradores de la transparencia” de todo el proceso.