Estados Unidos y la Unión Europea han anunciado la puesta en marcha de dos nuevas grandes infraestructuras comerciales de alcance internacional cuyo objetivo es rivalizar con la Ruta de la Seda impulsada por China. Se trata del Corredor Económico India-Oriente Próximo-Europa y el Corredor Transafricano. Ambos enmarcados dentro de la Asociación para las Infraestructuras y la Inversión Globales puesta en marcha hace dos años.
El principal es el Corredor Económico India-Oriente Próximo-Europa consiste en un vasto proyecto para conectar por tren y por mar Europa con Oriente Próximo e India, como principal referente. La propuesta pretende realizar cuantiosas inversiones para generar rutas estables, marítimas ya ferroviarias desde India hasta Europa a través de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Jordania e Israel, territorio que vive un momento de gran inestabilidad por el reciente conflicto palestino-israelí.
El objetivo es tender puentes entre los dos continentes para abrir más oportunidades facilitando enormemente el comercio, la exportación de energía limpia, mejorar el acceso a electricidad limpia fiable, a tender cables que conecten a las comunidades a un Internet. Esto contribuirá a generar estabilidad en Oriente.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen ha destacado el carácter «histórico» del proyecto, que permitirá acelerar el comercio entre la UE e India en un 40%.
En cuanto al Corredor Transafricano, es un proyecto público-privado en el que colaboran Estados Unidos y la Unión Europea. Se trata de una gran inversión para generar una nueva vía férrea entre el puerto occidental de Angola, República Democrática del Congo y Zambia para llegar al Océano Índico. Este plan permitirá crear empleo, incrementar el comercio, reforzar las líneas de suministro, la conectividad, sentar las bases para reforzar el comercio y la seguridad alimentaria para varios países.
¿Está fracasando la Nueva Ruta de la Seda?
La “Nueva Ruta de la Seda del siglo XXI”, que se puso en marcha hace algo menos de una década, representa una red de conectividad compuesta por corredores económicos marítimos y terrestres entre China, Eurasia, Oriente Medio, Europa y África.
Es una iniciativa que propone múltiples sectores de cooperación que se centran primordialmente en la inversión y construcción de una red de infraestructuras y en el comercio a través de éstas. Asimismo, abarca los ámbitos de finanzas, I+D, medicina, ciencia y tecnología, intercambio cultural y académico, diálogo entre partidos políticos, parlamentos y ONG, entre otros. Entre los beneficios de este proyecto: es una oportunidad para el comercio internacional; una inyección económica de grandes proporciones (unos 300.000 millones de dólares); un impacto social positivo; una red de transporte global; y prosperidad en todos los países.
Los dos nuevos proyectos de USA y la UE ponen en riesgo el intento de China de convertirse en la máxima potencia mundial. Después de décadas de trabajo para convertirse en la segunda economía global y posicionarse como el principal socio comercial de más de 110 países, el gigante asiático parece haber tocado un techo que le está costando superar. Pekín ha sufrido una caída en las exportaciones respecto al año pasado.
En este escenario están teniendo un gran impacto las crecientes tensiones geopolíticas de los últimos años, que parecen haber perjudicado el avance de China a nivel global. A las sanciones impuestas por los gobiernos estadounidenses se ha sumado la tendencia global por repensar las líneas de suministro para blindarlas contra disrupciones como la que ocasionó la pandemia; reflejadas, por ejemplo, en los esfuerzos recientes de Bruselas por fortalecer la producción de semiconductores a nivel regional.
Por si fuera poco, la tirantez política con Occidente se ha incrementado tras la negativa de Pekín a condenar de forma clara la invasión de Rusia a Ucrania. Asimismo, se suma el intento de los capitales chinos de incrementar su participación en la infraestructura de transportes y logística europea como puertos y aeropuertos estratégicos, visto por Bruselas y por el Parlamento Europeo como un riesgo para la seguridad comunitaria por el control que estas posiciones dan al gigante asiático sobre las líneas de suministro europeas.
Desequilibrio comercial
Otro de los principales temas que desalienta a Europa de incrementar el comercio con China y, por tanto, su participación en la Nueva Ruta de la Seda, es el gran desequilibrio que hay en la balanza comercial, que en el primer semestre de 2023 ascendía a 148.700 millones de euros a favor de China.
Recientemente, el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, criticó este desequilibrio y culpó a las barreras que pone Pekín a los productos europeos. En este contexto, Italia anunció en julio que se alejaría de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda tras solo cuatro años después de haberse sumado, argumentando que no había contribuido a elevar las exportaciones.
Publica el diario digital Cinco Días que “Europa siempre ha sido reticente. Yo creo que es un proyecto que no encaja con las instituciones europeas. La Comisión Europea siempre ha puesto obstáculos a los proyectos y a los acuerdos que hay que firmar. No hay beneficio porque las exportaciones no aumentan. El mejor ejemplo son Alemania y España, que no son parte de esta estrategia, pero tienen a China como uno de sus principales socios comerciales. Hay otros países que tienen líneas de crédito en yuanes, como Argentina, Pakistán o Sri Lanka, que importan todo de China, pero en Europa esto no funciona”.
El creciente papel de la India
La india es una economía disparada que ha registrado un crecimiento del PIB, en el primer trimestre del 2023, de un 6,1%, India es una de las economías emergentes de más rápido crecimiento, especialmente si se tiene en cuenta la lenta recuperación de China. La estimación de crecimiento para el 2023 es de un 7,2%, dos puntos porcentuales por debajo del registrado en el 2022, cuando creció un 9,1%.
Hasta 2030, la economía india podría anotar un crecimiento similar al que registró China entre 2007 y 2012, impulsada por la deslocalización, la digitalización y la transición energética. En la próxima década, las exportaciones del país se duplicarán. el Producto Interior Bruto (PIB) del país asiático podría superar al de Alemania y el de Japón y posicionar a India en el podio de la economía mundial en menos de cinco años.
La nueva era de oro de India no sólo pasa por disparar su industria, sino que también aumentará su consumo. Morgan Stanley prevé que el consumo en el país se duplicará hasta 2031, hasta 4,9 billones de dólares, impulsado por el gasto en moda y ocio. Estas previsiones no están exentas de riesgos, por los desequilibrios sociales, la necesidad de generalizar los procesos de calidad y la estabilidad política, entre otros.
Además, las relaciones entre ambas potencias nucleares han ido variando entre la tensión y la disuasión, especialmente por su disputa fronteriza en el Himalaya. Tras la incursión china del 2020, India revivió la alianza Quad –que incluye a EE.UU., Australia y Japón– para contrarrestar la influencia de Pekín en el indo-pacífico.